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domingo, octubre 02, 2005

El pintor de máscaras

Olía a esencia de trementina desde el otro lado de la calle... Abierta la ventana para dejar pasar el aire, y el aire denso dormitaba en cada pincel.
Cada pincel abrazado a otro dentro de una lata, y muchas latas ocupando espacios en espacios multicolores como puzzles gastados, en perfecto desorden.
El pintor de máscaras busca incesantemente la expresión de placer.
No la risa.
No la sorpresa ni la duda, ni el dolor, ni la prisa, ni el desencanto, ni la paz, ni la violencia, ni la astucia, ni el miedo.
No la amargura, no la alegría.... que difícil resulta vestir un molde de barro con la expresión del placer.
Esa máscara.
Que color tiene el placer? ¿qué trazo seguro envuelve al placer? ¿qué línea divide o separa al placer del arco iris derramado en la paleta?
¿cuánto tarda en difuminarse, apagarse, cuartearse y romperse?
¿ el placer duerme o respira?
¿se crece y estalla, se agita o se esconde, se anula, se acalla, se derrama, se pierde...
El place... donde?
Que ceguera mas absoluta inunda el corazón y la ventana del pintor de máscaras.
La tarde se da la vuelta en la esquina como siempre, la noche se escapa por los barrotes de una cárcel pintada en acrílicos imposibles, e impasible, a rastras...el alba...
¡Y nada!
Sustitutos del placer le engañan.
De nuevo el sol amarillo... que tortura!
Con esencia de trementina aniquila los sueños de golpe de todas las caras de arcilla .
Pasó el A
M
O
R

¡Quien sabe si se esconde el placer en estas cuatro letras!