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miércoles, abril 18, 2007

Detente

Ven,
que mis manos trataran de recomponer
el tiempo de arena derramado.
Detente,
No te vayas hoy maldiciendo el instante
en que el reloj puso fronteras al deseo.
Quédate,
donde el roce de mis dedos reflejen la locura.
Aunque mañana nos perdamos en la piel de otra caricia.