Soliloquio

Nombre:

domingo, noviembre 20, 2005

Tu... tan lejos

Tu ... tan lejos

Es solo un instante.
Dejar de respirar,
sentir tu olor.
A cada milímetro de piel
me duelen tus besos.
Y ya, nada.
Cerrar los ojos para volver a tenerte.
Más, nunca.

-Solo fui un error en tu almohada-
Mi deseo en tus manos
y tus manos... mi deseo
Soñar que me sientes,
sentir que me entrego.
Tu mirada donde?
Tu dulzura, aquí.
Tu.....tan lejos.

Néctar de luna bebimos... quizá por eso saben a olvido
las lagrimas de los duendes.

viernes, noviembre 11, 2005

Papel arrugado





Papel arrugado


Me asusta el papel.
Frío, inmaculado, desierto.
Me asusta el silencio de las mentes huecas,
de los ojos cerrados,
de los puños empeñados en apretar la rabia.
Me asusta la sonrisa sin alegría.
Me asusta la mentira.
Tu verdad, me asusta. Y callas...
Y callo.... un dolor que no conoces.
Con dos trozos de tu recuerdo
hago un surco para enterrarme entera.
De llanto, barro y olvido estas hecho,
frágil sudario de amor.
Me asusta ser papel arrugado en tu memoria...
Ni tan frío, ni tan inmaculado ni tan desierto ya.

lunes, noviembre 07, 2005

La piel del recuerdo


¿Sabes?
te busqué para compartir uno, dos, tres sueños...
Y no te vi.
A veces dudo si solo vives en mi árbol de eterna primavera,
eso que algunos llaman imaginación...
Pero, no.
Un duende sabe cuando le hiere la noche
porque se le escapan sin querer las palabras,
y por la herida la sonrisa,
y por la sonrisa el corazón
y por el corazón las alas, las estrellas, la mirada...
Un duende siente como es la piel del recuerdo con solo cerrar los ojos.
Por los poros de esa piel te asomas cuando me descuido
y sales como un naufrago a la orilla de mis ojos...
algunos lo llaman lágrimas...
Yo no sé como llamarlo.

sábado, noviembre 05, 2005

La cosecha

Labrador de manos torpes
este corazón que tengo,
Porque solo nacen abrojos
Donde ilusiones siembro;
donde amores,
rosas sin sentimiento.

Odiando el otoño


ODIANDO EL OTOÑO


Apareciste de repente en mi puerta sin cerrojos. Me observaste durante horas por las rendijas de sombra y luz de tu mirada, y te quedaste, como se queda el amor, sin pedir permiso. Tu y tu rincón ocupando todos mis rincones.
Yo te dije... o no te dije nada, eso es lo malo. Pero me acostumbré a tu mundo callado, a tu respiración con compás de nana, a tu olor, a tu paso vacilante mientras recorrías la casa como si fueras mi sombra, y a tu indiferencia por los jazmines del patio.
Tu nunca te mirabas en los espejos y yo me miraba demasiado sin encontrarme.
Compartíamos los cuencos de barro, la manta de lana, la plata de la luna que filtraba la enredadera, la lumbre y la siesta.
Rara vez fui pródiga en caricias, lo confieso. A cambio, Tu ignorabas mis arrebatos de melancolía. No había porque enfadarse; la balanza de los sentimientos guardaba un absurdo equilibrio.
Llorábamos a solas, estoy segura. Nos dolía el miedo a perdernos. Era un intento trágico de independencia que nos hacía dependientes de la soledad compartida.
Y mi torpe empeño en que te gustaran mis poemas, mi tarta de manzana, o el otoño. ¡Que insensible! Tu.
Ahora no se si en las tardes sin relojes era yo quien te buscaba para que pusieras barrotes a mi tiempo, o eras Tu, inquilino a deshora el que abría de par en par mis silencios.
Aun antes de oír mi risa, eras cómplice de mi alegría y mi regazo tu almohada en los momentos tristes...
Hoy el jardín está lleno de hojas amarillas, la fría enredadera invadió mi casa borrando de los muros tu paso por mi vida.
Estoy sin querer odiando, como Tu, el otoño.
Arrincono mi corazón con tus cenizas y cierro la puerta con cerrojos ahora que te has ido.
Habrá quien me pregunte si tanto te quería... Si solo eras un perro!
Un perro... Mi perro llamado TU.

viernes, noviembre 04, 2005

No quiero imaginarte



No quiero imaginarte


Nunca como hoy quise beberme los segundos hasta emborracharme de tu ausencia. Que la media noche pasara mientras yo cerraba los ojos
y en ese instante de eternidad rota, me devolvieras el zapatito de cristal
de ese cuento sin palabras.
Esta noche buscas a otra Cenicienta descalza de amor...
No, no quiero imaginarte.
En ese baile al que se asoma atónita mi tristeza, sonará la voz rota del agua mientras me cubres de olvido y te ahogas en otra caricia.
Yo... a cientos de kilómetros con el alma disfrazando de harapos tu recuerdo.
La misma música nos hace danzar con frenético desequilibrio hasta abandonarnos en esquinas diferentes, como dos extraños.
El eje de mi sinrazón se quiebra y las preguntas sin respuesta abren estériles surcos en los sentimientos.
Nunca como hoy me angustiaron los relojes. Imagino el mar de tus palabras buscando un nuevo puerto donde abandonarse...
Doce campanadas. Y por estas doce heridas derramo mi azulado dolor de princesa destronada.
Me destierras en un reino de caracolas mudas y el desamor trepa como musgo invasor a mi torre de arena, ocupando las grietas de este corazón cuarteado.
No, no quiero imaginarte...