La vida es otra cosa...
La vida es otra cosa
Doña Sofía sigue prensando flores entre las hojas amarillentas de un libro releído. A pesar de que en su vida todo está ya seco, ajado, descolorido, jamás pierde la sonrisa. Se sienta tras la puerta cada tarde con las gafas a mitad de la nariz como queriendo dividir el mundo en dos mitades.
Ajena a los cambios de las estaciones, inventa lluvias y solanos que pueblen sus horas muertas.
Pegado a los hombros, está su chal rosado... tan cursi. Guardián celoso de su soltería.
En verano, cuando los jazmines del patio se abren, ella, se coloca un ramillete en el pelo.
Los jazmines se marchitan inevitablemente cada atardecer.
Como el amor, -piensa- hermoso y breve.
El amor cruje como sus flores secas, siempre oculto, infinitamente bello pero estéril.
La vida es otra cosa.....
Los días transcurren entre ovillos deshilachados de tanto enmendar la labor, revolviendo los inviernos sin abrazos, fiel a la vida amarga que se cuela por los agujeros de su memoria.... tan infiel.
En la cocina sin sabores se apaga el fuego. Sus manos sin savia estallan en caricias sin dueño.... secas, ajadas y descoloridas.
Llora.
Su llanto es como el amor... hermoso y breve.
Sonríe a los heliotropos de la página seis, mientras el chal rosado... tan cursi, resbala primavera abajo, por fin.
En la última hoja del libro, una anémona. (Abandono)